Penalti Pop
Álvaro Velasco
Muddy Waters Books
La vida es un cúmulo de recuerdos, expectativas, ilusiones, desilusiones, amenazas, oportunidades, esperanzas, frustraciones, etc, etc… Una paulatina acumulación de vivencias que, en multitud de ocasiones (sobre todo si eres una persona nacida más o menos en los ochenta y educado sentimental y culturalmente en los noventa) va acompañada de lago tan fundamental como es la música.
Canciones a modo de banda sonora de la experiencia vital de cada uno; canciones que explican nuestra zozobra juvenil o que nos hacen viajar a los buenos o malos momentos experimentados. En suma, cápsulas de más de tres minutos que nos transportan y, en ocasiones, explican nuestra vida. Una vida que, en muchas ocasiones va inexorablemente ligada a otras aficiones que conforman nuestra personalidad y que, a pesar de que muchos denostan, pueden ser absolutamente compatibles y, para muestra, este libro, “Penalti Pop” del autor Álvaro Velasco.
Un libro que, a modo autobiográfico (una biografía de la verdadera gente común, con sus miedos, éxitos y ansiedades) nuclea su relato en torno a un listado de canciones, ligadas a determinados acontecimientos futbolísticos, salpimentados con jugosas anécdotas de todo tipo (confieso que ya he utilizado alguna de ellas tras haber leído el libro) y rematadas con retazos autobiográficos que desprenden tanta ternura como naturalidad.
No se trata de un ejercicio nostálgico al uso. El guionista y cómico Álvaro Velasco, rehúye de la pamplinada punitiva de la mirada atrás con condescendencia, para situarnos ante una lustrosa, en ocasiones bizarra, pero eminentemente generacional, colección de canciones de épocas diferentes que confluyen con acontecimientos balompédicos de primer orden, de tal forma que Velasco traza un relato de epatante costumbrismo en torno a temas oficiales de los mundiales, dedicados a equipos de fútbol, jugadores, himnos oficiosos, canciones indie (Velasco no se esconde, ni siquiera con el polémico flamenquito) y más asuntos en un libro que se devora con una pasión y sempiterna sonrisa en el rostro.
El rasgo generacional del libro viene dotado por la propia empatía que, el que suscribe estas líneas, tiene cada vez que iba leyendo uno de los capítulos. Aún no siendo quintos, existe una cierta complicidad generacional, porque habiendo nacido en el año ochenta (Velasco en el 83), uno no puede más que sentir aldabonazos de su propia experiencia vivida cuando se habla de las experiencias con Los Planetas, las noches eternas donde las discotecas te aplaudían cuando las abrías y las cerrabas, de esos veranos de intercambio en Irlanda (en mi caso sí logré conseguir un beso de una italiana), del aberrante acoso escolar y del que no es, de la fascinación por los perdedores del fútbol, o esos Paquetes objetos de un reciente libro y de un maravilloso podcast, compañero y alivio pandémico realizado al uso con el brillante Iñaki San Román.
En suma, toda una serie de vivencias cuya estela endulza unos tiempos amargos y que sirve para ver como aún hay que creer en el posible triunfo del hombre común, con todo lo que eso conlleva, y en como un libro, al igual que muchas canciones, eleva durante su lectura vivencias aún latentes. Si a todo esto se le suma también una numerosísima colección de anécdotas para compartir en horario de sobremesa, vermú o cuando sea, estamos ante un libro que merece mucho la pena.
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas