Grito nocturno
Borja González.
Reservoir Books
¿A quién no le apetecería que, como consecuencia de un conjuro, se le apareciera un demonio otaku y le concediese un deseo? Bueno, en estos tiempos de codicia en los que vivimos, a muchos les parecería poco liberal eso de un solo deseo. En mi caso sería un alivio, no porque sea más comunista no tener elección, sino porque me entra mucha ansiedad cuando tengo que optar por más cosas. Un ejemplo son los platos del menú del día de cualquier tasca.
Esta sería la premisa del estupendo cómic de Borja González, el tercero de una serie al que preceden La Reina Orquídea y The Black Holes. Por desgracia, no he podido leer ambos, aunque en su momento la portada del último, en la que sale una chica sin facciones tocando un teclado bajo un cielo estrellado, me llamó mucho la atención. Si hay algo que destaca en la narrativa de este autor es el magnetismo de su dibujo, el color (azules y negros) y sus personajes sin facciones ni extremidades, pero que no les quitan un ápice de personalidad, más bien lo contrario.
Las protagonistas son tres mujeres: Teresa, una solitaria librera que posee una tienda de libros ocultistas. Matilde, una joven skater que admira los fanzines de Teresa y cuyo deseo es que termine un número concreto que, por causas desconocidas, no sabemos por qué lo evita. Y finalmente Laura, el demonio que aparece en la vida de ambas después de que Teresa, aburrida en su tiempo libre, se vaya al bosque con un libro de conjuros y consiga hacer real la aparición de este ente travieso con pinta de millennial que no para de hablar de lo guay que es todo en Japón.
Personajes todos ellos que tienen que lidiar con la soledad en una asfixiante ciudad pequeña a la que González da aspecto norteamericano. En medio de esa rutina pueblerina insoportable, desaparecen chicas y surgen fantasmas que lloran, pero que no dejan de ser tramas secundarias sobre una historia que trata de las expectativas creadas y las realidades cotidianas soporíferas, donde la ilusión es una quimera. No esperen encontrar acción ni terror gótico, aunque sea la referencia del autor. Toda la historia tiene un tono teatral: diálogos, silencios y una estupenda configuración de la viñeta, usando fondos sin profundidad, ya sea una habitación como una calle del pueblo, así como la multitud de detalles de la cultura punk de la que parece gran admirador el autor. Hay también una referencia al cuento La puerta en el muro de H. G. Wells.
Grito Nocturno transcurre en pocos escenarios y tiene pocos personajes, pero no se dejen engañar, su narrativa es compleja y posee una profunda carga de profundidad existencialista cuyo desenlace puede dejar a más de uno/a con interrogantes. Todo ello resulta coherente con el tono autoral y el mundo personal de Borja González, que, con este título, ha conseguido alzarse a ser a uno de los imprescindibles de este año.
Redacción: Gonzalo Visedo