Cuero contra plomo. Fútbol y sangre en el verano del 82
Alberto Ojeda
Altamarea
La tan manida nostalgia nos hace mirar sin ira y con cierto cariño hacia icónicas figuras de los años ochenta. Una de la más representativa del panorama patrio es la icónica mascota del Mundial 82 celebrado en España: Naranjito.
El imaginativo diseño del emblema mundialista hispánico oculta tras su sonrisa un país convulsionado por una reciente, fracasada y televisada intentona golpista; un gobierno en plena descomposición; inflación desatada y, en suma una joven democracia que despierta de la fiereza de cuarenta años de dictadura y se ve acosada por todos estos hechos a los que hay que sumar la violencia terrorista de ETA, de otros grupúsculos de extrema izquierda (FRAP, GRAPO) y violencia fascista que provocó acontecimientos tan trágicos como la aún doliente matanza de los Abogados de Atocha. Bajo este clima, se celebra un Mundial, donde la Selección española, agitada por el entrenador que todos llevamos dentro se ve agobiada por una mala preparación y un ambiente enrarecido que culmina con un fracaso en la cita deportiva.
A esa misma cita acude una selección italiana en presuntas horas bajas, con su máxima estrella, Paolo Rossi, de capa caída y un país sumergido en una ola de violencia salvaje, inquietante y que somete al estado Mediterráneo a un estado de tensión perpetua donde todo puede volatilizarse. Bajo este ambiente, emerge la pasión italiana por el deporte rey, donde a pesar de su condición desfavorable, Italia, en una mezcla de bravura e inteligencia logra sobreponerse a su estado de ánimo e inicial e imponerse en ese Mundial de cierta y brava inquietud.
Bajo este contexto, Alberto Ojeda realiza un concienzudo y pedagógico análisis de ambos países, su contexto social, económico y político, vehiculando este último a través del surgimiento, historia y acción de los fanáticos terroristas en estos años de plomo. Este notable análisis, alternado con las vivencias futbolísticas termina por coronar una obra tan interesante como necesaria, al retratar la historia contemporánea de dos países e, incluso un continente, el europeo, agitado por violencia extrema, heredero de regímenes políticos extraídos de la Segunda Guerra Mundial y que terminó por convulsionar con la caída del Muro de Berlín en 1989, pero esa, es otra historia.
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas