La brutalidad escénica de St. Vincent en Madrid
Annie Clark y su banda presentaron en la sala La Riviera de Madrid su último álbum, All born screaming, con un espectáculo mayúsculo sobre el escenario, que no por habitual dejó de fascinar a propios y extraños
Si la carrera discográfica de St. Vincent se ha ido construyendo sobre la innovación y capacidad de sorpresa de la artista norteamericana, sus actuaciones en directo no dejan de ir a la par de su rupturista trabajo de estudio.
Aun así, y a pesar de haber pasado por la capital el pasado año, dentro de la programación del fallido Primavera Sound 2023 (tanto en el festival como en su programación de salas), muchas eran las caras de estupefacción durante los primeros compases de la actuación del pasado día 20. Caras que se fueron alternando con las de pura satisfacción ante uno de los directos más epatantes de la actual escena de rock alternativo.
Y es que Annie Clark es de aquellas artistas únicas, que ponen en valor la evolución y búsqueda -o recuperación- de sonoridades alrededor de un concepto claramente voluble, que defiende a las mil maravillas sobre el escenario, y en el que se entremezclan a la perfección diversos estilos musicales, la potencia sonora de su banda, la voz prodigiosa de su lideresa, y una interpretación escénica desbordante de descaro, sensualidad, empoderamiento y una elegante arrogancia -excepcional por estos lares-.
Con estos seductores y exóticos ingredientes, la receta tenía todas las papeletas de alzarse con el premio culinario del año. Y todo ello, a pesar de comenzar con un gatillazo de categoría, que arrancó de cuajo la mística que rodea a cualquier concierto en sus primeros instantes.
Tras solventar los problemas técnicos que dejaron sin voz toda la línea de micros, despedirse, y volver a hacer la entradilla correspondiente, la confianza entre artista y público se fortaleció aún más, sobre todo tras encenderse definitivamente los focos sobre la banda, y atronar sin complacencia la prodigiosa coda de ‘Reckless’, con la que se dio el pistoletazo de salida a un contundente concierto.
Si bien el concierto tuvo como claro protagonista su último largo, All born screaming, lanzado este mes de abril -y del que prepara una versión íntegra en castellano-, el resto de discos de su ya voluminosa colección tuvieron sitio en su repertorio. Así, sonaron a continuación temas como ‘Fear the future’ o ‘Los Angeless’, de su celebérrimo álbum MASSEDUCTION (2017), con los que el público terminó de entrar en calor a golpe de sintetizadores y ritmos pop embriagadores.
Entre tanto, Annie se lanzaba a parlotear el castellano entre canción y canción, alternando algunas estrofas de sus recientes creaciones en nuestro idioma, como fue el caso de ‘Violent times’, para volver a echar la vista atrás con el minimalismo de ‘Dilettante’ (Strange Mercy, 2011) o ‘Pay your way in pain’ (Daddy´s Home, 2021) y su aroma a funk ochentero, sacando a pasear, una vez más, su mejor versión interpretativa y coreográfica.
A estas alturas, la actriz principal ya se había arrastrado por el escenario con su guitarra, desafiado a su pasional público, escupido, arrodillado ante su guitarrista (Jason Falkner) o bailado acaloradamente con su bajista (Charlotte Kemp Muhl). Un repertorio escénico apabullante, que, acompañado de una interpretación musical soberbia, seguía dejando boquiabierto al personal.
El extraordinario sonido de cada parte de la banda seguía reluciendo en cada tonada. Canciones redondas como ‘Flea’, una de sus nuevas propuestas, en la que quedas aplastado por el sonido hipnótico de sus guitarras, ‘Cheerleader’ y el solo final de Mark Guilliana a la batería, o el ritmo garajero y pegadizo de ‘Birth in reverse’ sirvieron para mantener un tempo vivificante de concierto, que se iba acercando a su fin.
‘Candy darling’ y la versión más melódica de St. Vincent sirvieron de alfombra roja para la cúspide de una actuación que se alcanzó con ‘New York’, y Anni Clark viajando en volandas entre el público, antes de saltar a la pista de baile con ‘Sugarboy’, y cerrar con el tema que da nombre a su última entrega, ‘All born screaming’, otro de sus ramalazos pop que explota en directo sin avisar. Y como a todo lo que hace Annie, le sobra originalidad, tras 90 minutos sin descanso, decidió abandonar y volver al escenario en un único, genuino y emotivo bis; interpretando en tándem de piano (Rachel Eckworth) y voz ‘Somebody like me’.
Agradecida y visiblemente emocionada, se despedía St. Vincent de un pasional y respetuoso público, pareciendo que lo singular de una artista descomunal como ella puede llegar a convertirse en una extravagancia contagiosa. Ojalá.