El mató a un policía motorizado y su paso más o menos bueno por La Riviera
La icónica banda argentina, El Mató a un Policía Motorizado, presentó su último trabajo, Super Terror, ante una abarrotada sala madrileña, que no dejó de alentar durante un concierto con algunos altibajos de sonido y ritmo que fueron compensados con cada una de las piezas maestras que cuenta su ya amplia discografía.
Nada más entrar a la sala y contemplar la escena, copada por un público ansioso porque los protagonistas de la noche saltaran al escenario, me dio por pensar cual fue el último grupo argentino con tal poder de convocatoria en nuestro país. Esto no es una oda de popularidad hacia El Mató, y quizás la entrega desmedida de la parroquia argentina en la capital desvirtúa en cierta medida mi teoría, pero creo firmemente que se trata de una de las bandas generacionales, del otro lado del charco, con más apoyo y fidelidad a este otro lado.
Pasión por una banda ilustre, pero al mismo tiempo alternativa, apoyada en los cánones del rock más alternativo de principios de siglo, pero creando un estilo propio ya casi estandarizado a base de preciosas y precisas armonías envolviendo una lírica de lo más personal, capaz de conectar con un público de lo más diverso. Desde los clásicos rockeros melódicos, hasta las facciones más alternativas del pop de guitarras, que los han visto crecer desde aquel famoso concierto en la Moby Dick madrileña hace ya 10 años, y donde al parecer estuvieron la gran mayoría de mis amigos capitalinos, menos yo.
Pero antes de eso, el grupo ya había publicado un buen puñado de canciones, en una discografía muy alejada de las estructuras tradicionalmente conocidas, con un primer álbum y la famosa trilogía de EPs, publicaron un recopilatorio que contenía ya muchos de los temas que hoy son himnos para su hinchada y que como no podía ser de otra forma, atronaron en la noche del pasado jueves. Con sus siguientes dos trabajos alcanzaron su zenit creativo, gracias una colección irrepetible de canciones que terminaron de aupar a Él mató a olimpo de las bandas de culto, tanto en su país de origen como en el nuestro, donde ya son habituales, pero igualmente exclusivos en grandes festivales y salas.
Y aunque esta última parrafada os pueda parecer un resumen de Wikipedia, lo cierto es que lo creo necesario para poner en contexto el momento de la formación, y lo que vinieron a hacer en concierto en Madrid este 19 de octubre de 2023 a la Riviera.
El pasado julio, tras seis años sin un lanzamiento de nuevas canciones, con bandas sonoras, caras b y versiones propias mediante, vio la luz Super Terror, gran protagonista de la noche, del que sonaron hasta siete temas, recibidos con entusiasmo por su fiel afición, pero sin duda, uno de los discos menos inspirados de su ya larga carrera.
No quisiera en este punto hacer mi particular reseña de este álbum, ya que además, me parece un más que digno intento de evolucionar en el sonido de la banda, donde tiene mayor peso las capas sintéticas y los teclados, pero con el que sin embargo parecen no haber dado con la tecla con muchas canciones que en cualquier otro caso hubieran sido grandes piezas de pop melódico, con estribillos pegadizos y ritmos in crescendo, pero que a la hora de competir con ellos mismos parecen quedar un escalón por debajo del resto. Y es que el resto, es mucho resto.
Es más que obvio que el grupo de La Plata lo verá con otros ojos y escuchará con otros oídos, y por eso, como siempre debería ser, si se viene a presentar un nuevo disco, se toca el nuevo disco en directo. Una costumbre tristemente enterrada por muchos artistas sumergidos en la vorágine de lanzar material con el único fin de girar, pasando de puntillas por lo nuevo para asegurar la jugada con lo viejo. La industria moderna.
No fue el caso, como decía, de Él mató a un policía motorizado, que arrancó la velada con la siempre acertada introducción de “El magnetismo”, con la que apenas bastó un par de versos para tomar la temperatura al coro gigante en el que se convirtieron las 1800 almas que vinieron a rendir pleitesía y a desgañitarse en cada una de las canciones de todo el repertorio Hacía tiempo que no presenciaba esa emocionante entrega hacia un artista o grupo, cuestión también de la pasión que le pone la afición argentina al asunto.
“Un segundo plan”, una de las canciones más notables de su último trabajo, a la que siguieron la primera de muchas paradas en La síntesis O´konnor, gracias a “La noche eterna”, la dureza comedida de “El perro”, un clásico como “Vienen bajando” y la vuelta al Super Terror con “Tantas cosas buenas”, en un arranque con pequeños -y típicos- problemas de sonido, que fueron ajustándose durante la actuación, aunque a Santiago Motorizado, como director de orquesta no se le terminó de ver cómodo dando indicaciones constantemente.
Minucias que fueron aplacadas con un siguiente bloque arrollador que hipnotiza a cualquier amante de las guitarras y las melodías conmovedoras, y que se potencia con la emocional y singular voz de su líder, gracias a clásicos tan inspirados como “Más o menos bien”, del extraordinario Dinastia scorpio, del que también sonó “Mujeres bellas y fuertes”, para pasar por la “Destrucción” o el preciosismo desmedido de “El tesoro”, mientras se intercalaban con mayor y menor acierto, cortes de su último trabajo como “Medalla de oro” o “Diamante roto”, donde su sonido más ochentero parecía encajar de manera efectiva aunque no parecía suceder lo mismo con el ritmo del concierto.
Recuperaban el pulso, y de que manera, con “Yoni B” y el desenfreno a punto desbocarse, para seguir disparando exitazos que conviven confortablemente en el medio tempo y te desgarran el corazón con estribillos tan sencillos como universales, con “Un mundo extraño” alcanzando un nivel superior gracias a una comunión entre público y grupo que seguía intacta desde el inicio del show.
“Coronado” sirvió para dar carpetazo antes de los correspondientes bises, que se hicieron de rogar tras un prolongado descanso, y que estrenaron con la intimidad de “El universo” con voz y piano, para rematar por todo lo alto, y recuperar nuevamente el ritmo algo decaído, con maravillas como “Ahora imagino cosas”, “Fuego”, y la cima final reservada para su “Chica de oro” y “Mi próximo movimiento”, su clásico cierre para acabar arriba de su casa observando a toda su gente coreando, bailando y disfrutando de una de las grandes bandas de su vida.
Redacción: Iñaki Molinos