Crónica concierto Eddie Vedder
WiZink Center
Madrid
“Un gran hombre no tiene tiempo para nada más que sentarse y ser grande”.
F. Scott Fitzgerald
La realidad de la que se rodeaba un mequetrefe adolescente como el que suscribe estas líneas, solía circunscribirse entre tener un poco de dinero y comerse un suso en el recreo del instituto y las aficiones que, con mayor o menos éxito, uno intentaba cultivar durante aquella época de confusión y ligereza emocional. Una de ellas, era sin lugar a duda la música y, en aquellos mediados años noventa, uno no podía más que sentirse imbuido por los estertores del último gran movimiento musical: el grunge.
Bien es cierto que el suicido de su principal referente, Kurt Cobain, dio al traste con la perdurabilidad de este, pero durante la efervescencia del mismo, surgieron otras bandas que han marcado a sangre y fuego gran parte de mi vida. Sin lugar a dudas, la que me ha acompañado en una trayectoria vital más o menos errática (al igual que algunos de sus discos) ha sido Pearl Jam. La mítica banda de Seattle (de quien disfruté el año pasado al completo) es creadora de uno de los legados musicales más impresionantes de los casi último treinta años y, gran parte de nosotros somos deudores de esa circunstancia. Pues bien, al frente de ese legado, se encuentra Eddie Vedder quien, durante este verano se ha embarcado en una gira en solitario (aunque en el escenario le acompaña el cuarteto de cuerda Red Limo al que en ocasiones se suma también su telonero Glen Hansard) por la vieja Europa que desembocó el pasado sábado en el Wizink Center de Madrid.
Bajo los acordes ejecutados por el cuarteto Red Limo de la mítica Alive, se presentó Eddie Vedder ante el entregado público madrileño. A partir de aquí…el éxtasis. Una epifanía musical de dos horas y media de música (que se hicieron cortas) donde Vedder desarrolla un setlist impregnado de temas en solitario (Far Behind, Society, Man of the hour), versiones (Should I Stay or Should I go, Windflowers o la memorable Rockin´in the free world) y los propios temas de la banda que le ha lanzado a la fama: las magníficas y emocionantes Sometimes, Indifference, Inmortality, Black, Lukin, Porch, I am mine … y así hasta casi una treintena de canciones, de entre las que destacaron la impresionante Just Breathe, la poco usual pero maravillosa Smile y la apoteósica Hard Sun.
En suma, todos los allí congregados, seguíamos a Vedder cual jabatos siguiendo a su madre en el paso hacia la vida adulta, aprendiendo a comer, a relacionarse y a vivir en un entorno hostil que gracias a las canciones del cantante de Pearl Jam, hemos sabido afrontar con más entereza, ilusión y, sobre todo, sentirnos acompañados en momentos muy difíciles donde siempre teníamos a mano la posibilidad de escuchar una canción entonada con su característica voz para mejorar, por poco que fuera, nuestra vida.
Juan A. Ruiz-Valdepeñas