Crónica del concierto de Vetusta Morla en Madrid
Explanada de La Caja Mágica
23.06.2018
“Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes”
Charles Dickens
Realidad y justicia son dos conceptos que en muchas ocasiones transitan en caminos separados de difícil convergencia pero, en el caso de Vetusta Morla ambos senderos colisionaron con deliciosa entropía la pasada Noche de San Juan, convirtiéndose en una exitosa autopista de suave fulgor y esplendorosa sensibilidad. El recital de presentación de su último disco congregó a 38.000 almas deseosas y ansiosas de paladear todas y cada una de las veinte y cinco canciones que los madrileños interpretaron de forma excelsa y preciosista. Un setlist a gusto de los tricantinos que arrojaron con delicadeza a un público necesitado de su presencia.
La velada comenzó con la lánguida Mismo sitio, distinto lugar cuya ejecución iba a marcar el primer tercio, donde sonaron canciones límpidas con sugerentes proyecciones hasta llegar al primer punto alto de la noche con Golpe maestro, Pirómanos y La mosca en tu pared. A partir de aquí, los decibelios volvieron a relajarse y nos entregaron las ya míticas Maldita dulzura, Cuarteles de invierno y Copenhague.
Una ralentización del concierto que meció a la audiencia en una especie de embriaguez colectiva que transitó con mesurado placer y entrega hacia cotas de alto relumbrón en el tramo final del concierto donde acertaron notablemente en la secuenciación de temas como La deriva, Mapas, Sálvese quien pueda, Valiente, Te lo digo a ti y unos bises encumbrado en torno a Consejo de sabios, El hombre del saco y Los días raros. Tras ésta, la comunión entre banda y público implosionó en todos los sentidos (positivos todos ellos) tras un acto de enaltecimiento musical y sensitivo de primer orden.
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas
Fotos: Elena Ruiz