Crónica Big Thief en Madrid
Madrid 19 de febrero
Sala Joy Eslava
“Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones”
Oscar Wilde
Una de las primeras sensaciones que me recorrió ayer mientras contemplaba el concierto en Madrid de la banda Big Thief es que sus canciones serían una perfecta banda sonora para la lectura de las dos novelas gráficas de Nick Drnaso: Beverly y Sabrina. Su letanía emocional, su brillante técnica que, bajo una aparente sencillez, enaltece el espíritu melancólico y crítico de sus objetos artísticos y que hacen que las obras de ambos creadores pudieran maridar de forma exquisita.
A partir de esta simple asociación, motivada por unos primeros compases del recital notables (apertura con dos canciones nuevas Two Rivers y Time Escaping), los creadores de dos de los mejores discos del año pasado (y quizás de los últimos años) dieron comienzo a una actuación sumida en una montaña rusa rítmica, cuestión ésta que lastró el último cuarto del concierto (sobre todo a raíz del parlamento entre la banda sobre la amplificación de los instrumentos) y que tuvo su punto álgido cuando intentaron por dos veces interpretar una nueva canción que finalmente no lograron ejecutar y que terminó por sacar de tono a la banda que, tras una escasa hora de recital abandonó el escenario, habiéndonos dejado joyas como Not, Contact o Masterpiece pero que, a pesar de su brillante técnica, adolecieron de un errático setlist, interpretado con cierta gelidez, que levantó opiniones enfrentadas entre un público entregado (y manteniendo un silencio exquisito) y otra parte, entre la que me encuentro, que salió un tanto afligido por la expectativa creada y no consumada.
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas